🌟 2017 🌟

No acostumbro a escribir sobre mí y mucho menos a publicarlo para que conocidos y desconocidos lo lean pero creo que, a estas alturas del año, es necesario echar la vista atrás y recopilar todos los momentos, situaciones, ideas, proyectos, sentimientos y dificultades que el 2017 me ha hecho sentir. Es bueno escribir y es bueno recordar.

Empecé el año con el pie derecho y rodeada de la gente que más quiero en el mundo, mi familia. Empecé el año con una sonrisa y muchas ganas de comerme el mundo, como debe ser. Empecé el 2017 con muchos propósitos, que hoy, a 31 de Diciembre aún no he cumplido, pero sé que tarde o temprano lo haré.

Los meses avanzaban a la velocidad de la luz y pasó mi cumpleaños, carnavales, exámenes, más cumpleaños... El tiempo pasaba y poco antes de verano aprendí las dos primeras lecciones del año. La primera de ellas es que hay personas que aparecen en tu vida para dejar huella e irse, otras que pasan por tu vida como una rápida brisa de primavera de la que no te vuelves a acordar y otras que llegan para quedarse (y ojalá para siempre). He aprendido que hay personas que son pura vida y a esas, las quiero tener lo más cerca posible de mí (a pesar de la distancia). Pero también he aprendido que hay personas que duelen y te hacen llorar más que reír y a esas, a esas las quiero lo más lejos posible de mí. También hay personas que son 'casa' y da igual donde estén o si ha pasado el tiempo, sabes que siempre están ahí, para ti. La segunda lección que aprendí es que nadie va a quererte más de lo que te quieres tú. Suena tópico pero, tienes que aceptarte como eres, con tus 'más' y tus 'menos' y ojalá cada mañana levantarte y mirarte al espejo pensando lo bonita que eres por fuera y sobre todo, por dentro.

Llegó el bendito verano. El calor nos hace sentir más felices. La playa de Denia, las calas de Nazaré, las calles de Portugal, el Santuario de Fátima, el brillo de tus ojos en Peñíscola, las noches interminables de Segura de León... Ahora mismo hasta puedo recordar cómo olía a corcho en Portugal o a mar en Denia. Puedo recordar cómo lloraba de la risa en casa de Elena o cómo bailaba con mi hermano por las calles de Óbidos. Puedo recordar cómo mis pies se hundían entre la fina arena mientras me dabas la mano y sonreías... Y así, he aprendido a observar y a disfrutar de las pequeñas cosas que nos da la vida y es que los pequeños momentos nos construyen como personas y ojalá en 2018 seguir observando y disfrutando como lo he hecho en 2017.

El inocente verano se escapaba y daba lugar a un nuevo curso en la universidad. Muchos compañeros se habían ido de Erasmus y tú, Irene, también. Yo me quedaba en Madrid sin remordimientos y como siempre, empezaba ilusionada un nuevo curso y es que si amas lo que haces, tu vida es más fácil. El cuatrimestre no ha sido lo más apasionante del mundo pero me ha gustado, tengo ganas de ser una gran periodista. También en estos meses seguí trabajando y empecé un proyecto que me entusiasmaba, ¡era editora en una página web de moda! Me sentía tan orgullosa de mí misma... No te puedes hacer una idea... Me sentía un paso más cerca de mi sueño y un paso más lejos de todo mi pasado. Sigo escribiendo en la revista y me encanta y ojalá en 2018 lo siga haciendo y sigamos mejorando y llegando a más gente.

También me he sentido sola, mucho. Y es que a veces puedes estar rodeado de cientos de personas o puedes tener 15 conversaciones abiertas en Whatsapp y te sientes así. Es más, a veces la soledad es buena. Mejor sola que mal acompañada, dicen. Lo que pasa es que yo, ahora mismo, a 31 de Diciembre de 2017 estoy mejor acompañada que nunca antes y es que me he dado cuenta que quien te quiere no te repite mil veces al día 'Te quiero' o 'eres la mejor' si no que acude a ti cuando necesita consejo, ayuda o cuando necesita reírse. Tantos nombres se me vienen a la cabeza...

Casi hemos llegado a Diciembre y tú, ya no estás a mi lado. Es difícil asimilar que de un día para otro, la vida te cambia por completo, pero así es. El domingo me dijiste lo mucho que me querías y el lunes ya no podía acariciarte la mano mientras me contabas la historia de tu vida. Aún me cuesta mucho hablar de ti pero es que... ¡Qué voy a decir! Madre y abuela ejemplar. Mujer luchadora, valiente y sufridora, siempre estarás en mi corazón y encima de la estantería de mi habitación con esa preciosa sonrisa que tanto te costaba enseñar. Con tu pérdida he aprendido a valorar más que nunca lo que tengo. He aprendido a valorar lo importante que es mi familia, cada uno de ellos y ojalá en 2018 sea capaz de decirles lo mucho que les quiero cada día de mi vida.

Diciembre siempre me hace sentir bien. No sé si serán las luces de colores, los turrones, las reuniones familiares... Pero la navidad me hace escribir estas cosas y sonreír, sonreír mucho. Sonreír mientras me das la mano y me cuentas qué tal te ha ido el día. Yo simplemente me quedo embobada mirándote y preguntándome qué he hecho yo para tener tanta suerte. A día de hoy creo que soy mejor persona gracias a ti y a tus chistes malos y es que... No tienes nada de gracia, como dice tu madre. Yo no estoy de acuerdo, me haces reír mucho y me haces sentir fuerte y bonita y por eso pido al 2018 que no me faltes.

Y poco más me queda por escribir... Si has leído esto hasta el final, enhorabuena, ni yo misma lo hubiese hecho. Para terminar, decir que también me he dado cuenta de lo rápido que pasan las horas, los meses y los años. Que cualquier momento es bueno para ser un poco más feliz, para aprender, para amar, para llorar, para observar y para disfrutar. No te pongas barreras ni excusas. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. No te dejes pisotear ni pisotees. Sigue sonriendo y sigue haciendo(te) feliz. Lucha por tus sueños y ayuda a los demás a conseguirlos también.Que la vida duele pero a la vez es preciosa y que ojalá el 2018 traiga mucho amor, salud y ya que estamos, dinero.

Y siempre, siempre, siempre, BRILLA.

Stay Gold. 




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