2019
Domingo 22 de diciembre de 2019.
Estoy sola en mi habitación y acabo de terminar de
ver Friends. Quizás por este motivo esté un poco más sensible de lo
normal y haya decidido empezar a escribir estas líneas a corazón abierto.
Cuando acaba el año a las personas nos da por mirar
hacia atrás y hacer el balance, tanto de lo bueno como de lo malo que nos ha
sucedido o que hemos vivido durante los últimos doce meses. Son cientos de
momentos, situaciones y sensaciones las que una persona es capaz de vivir
durante ese tiempo. Muchas de ellas caen en el olvido, pero otras tantas
permanecen para siempre junto a ti y esas, esas son las que conforman tu vida.
Mi 2019 comenzó, como cada año, rodeado de las
personas que más me quieren y más quiero, mi familia. Entre burbujas de
champán, lágrimas de felicidad y abrazos comenzó mi año. Un año que jamás
imaginaría que fuese a ser tal y como finalmente ha sido.
En enero cumplí 22 años y viajé contigo a San
Sebastián. Empeñado desde siempre en enseñarme la belleza del norte, acepté y
la verdad, no pude quedar más maravillada. En febrero comencé mis prácticas de
la universidad en una agencia de comunicación. Mi primer trabajo oficial. ¡No
podía creerlo! Carnavales, nuevas asignaturas y proyectos, alguna salida
nocturna, cumpleaños de Carol, Quique, mamá...
El 12 de marzo conseguí sacarme el carnet de conducir.
Recuerdo perfectamente el momento de bajarme del coche y que mi profesor me
dijese que había aprobado. Ese mismo mes viajé a Denia para celebrar el
cumpleaños de Isa, las cuatro. Aquella noche de vino, confidencias y canciones
de High School Musical a todo pulmón no se me olvidará nunca. Al
fin y al cabo, son esos pequeños momentos los que nos acaban dando la vida,
¿no?
El 31 de marzo me enviaste un selfie desde
tu nueva habitación en Eslovenia y mi corazón se encogía. Tocaba ser fuerte,
muy fuerte. Fueron meses de profunda tristeza, de videollamadas nocturnas y de
mucho coraje. Fueron meses de esconderme en mi habitación y llorar sin razón y
motivo aparente... Fueron probablemente los peores meses del año, pero como
todo en esta vida, acaba pasando y te enseña. A mí me enseñó a ser más
independiente, a sobreponerme a los problemas y, sobre todo, a darme cuenta de
lo mucho que te quiero y te necesito en mi vida. Ya lo sabes, pero hoy te lo
recuerdo, me siento muy orgullosa de la persona que eres y en la que te
acabarás convirtiendo. Mención especial a ti, Isa que durante ese tiempo en el
que yo sólo veía oscuridad me sacaste a la calle y me regalaste tus mejores
sonrisas y planes para hacerme un poquito más llevadera la espera. Nunca lo
olvidaré. Verdadera amistad. Durante esos meses también viajé a Granada y a
Segura de León para celebrar 'el Camino', volé a Eslovenia y conocí junto a ti
lugares que siempre quedarán guardados en mi memoria. Y en la de Julia,
Diego...
¡Al fin junio! Volviste a Madrid y mi vida dio un giro
de 180 grados. Volvía a sentirme completa, feliz y con ganas de comerme el
mundo. El concierto de Taburete cerró el aquel maravilloso mes donde el sol y
el calor atravesaban cada poro de mi piel.
En julio me gradué. Me parece increíble aún ahora que
lo estoy escribiendo, pero fue real. Vernos allí, subiendo al escenario para
recibir la beca de Periodismo parecía un sueño, había logrado cumplir una de
mis metas en la vida, terminar la carrera que siempre había querido cursar.
Volvimos a Denia y volvimos a reír, bailar, cantar y beber alguna que otra
copita de vino. La suerte aparecía de nuevo en mi vida y yo no podía sentirme
mejor. Barbacoas en Cercedilla, fiestas en Segura de León, mi primera manicura,
Cabo de Plata, Cantabria, Portugal con la familia... Un verano en el que, a
pesar de estar trabajando, no le faltó de nada. Vienen a mi memoria recuerdos
por doquier pero tampoco quiero hacer esta confesión demasiado larga ni
demasiado densa. Sólo decir gracias, gracias a cada una de las personas que
hicieron posible vivir cada uno de esos momentos porque eso, eso tampoco se me
olvida.
Septiembre y cómo no, las capeas. ¡Que son las mejores
del mundo! ¡Ah! También fuimos a nuestra primera boda juntos (y espero que no
la última jeje).
En octubre todo parecía volver a la normalidad:
trabajo, gimnasio, tardes con amigxs, noches de Netflix a tu lado... Echaba de
menos la rutina y la tranquilidad de mi vida y al fin volvía a
conseguirla.
El 23 de noviembre conseguimos entradas para el
concierto de la M.O.D.A y... ¡Vaya conciertazo! Si ya me gustaba el grupo,
ahora estoy enamorada de ellos y deseando que sea el próximo.
Hoy, día 22 de diciembre miro atrás y escribo estas
líneas para que mi mente recuerde, reflexione y aprenda. Porque dentro de cada
uno de estos momentos que os he contado, hay sensaciones, hay sentimientos, hay
miradas, hay pensamientos, hay sonrisas, hay lágrimas y hay personas que no
volverán a suceder jamás de la misma forma. Porque el tiempo y los años pasan y
no esperan a nada ni a nadie.
Este año 2019 me he sentido más cerca que nunca de ser
ya una persona formalmente adulta. He cumplido muchos propósitos y otros muchos
se han quedado a medio camino. Me he sentido sola aun estando rodeada de gente.
Me he reído a carcajadas. He tropezado una y otra vez con la misma piedra sin
aprender del error. He cantado a viva voz las canciones del momento. He perdido
amistades que yo pensaba que eran para siempre. He ganado otras muchas más. Me
he dado cuenta (otro año más) quien sí, quien no y quien siempre y quien nunca.
También he viajado mucho. He aprendido más que nunca gracias al trabajo en la
agencia de comunicación. Me he dado cuenta de que las palabras se las lleva el
viento y que las personas de verdad se cuentan con los dedos de una mano. Eva,
Carol gracias. Vosotras sabéis porqué. Os quiero con locura. Este año también
he fortalecido relaciones que pensaba oxidadas gracias a la constancia, la
paciencia y la perseverancia. He llorado mucho. He sentido profunda pena y la
alegría acelerada. He brindado por tantas cosas....
Espero un 2020 mucho mejor que este que dejo atrás. Un
2020 cargado de salud, amor, oportunidades, viajes, trabajo, proyectos,
ilusión, sonrisas, honestidad y cariño. Al final no sé qué será de ello, pero
lo que tengo claro es que toca cerrar una etapa en mi vida y comenzar una
nueva. Pero siempre, siempre, siempre, sin dejar de brillar.
¡Feliz entrada de año!
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